top of page

CREAR UN LUGAR DE REFUGIO, PARA CUANDO LLEGUE LA TORMENTA

Érase una vez, dos hombres que vivían en un lugar muy lejano. Uno de ellos era sabio y prudente, el otro se caracterizaba por su desinterés por la vida. Un día al hombre sabio, se le ocurrió construir un refugio, puesto que en la zona en la que vivía, había muchas tormentas muy fuertes. Le sugirió a su amigo, que también construyera un refugio, por si algún día había una tormenta fuerte, este tuviera un lugar donde refugiarse mientras pasaba la tormenta. Sin embargo, este no quiso, justificándose que no tenía tiempo, puesto que vivía una vida muy ocupada. El hombre sabio siguió construyendo su refugio, hasta que lo terminó. Su refugio era, un espacio pequeño, acogedor, pero muy firme. El hombre que no era tan sabio, se burlaba de su amigo, diciéndole que no era necesario, construir un lugar, así, porque, aunque era cierto que el lugar, en el que vivían había muchas tormentas, nunca había habido una tan fuerte como para destruir sus casas. El hombre sabio, solo lo escuchaba, sonreía muy amablemente y no discutía con él. Una mañana, el cielo, se empezó a poner tan oscuro, como la noche, y un fuerte viento, comenzó a azotar los árboles, y las casas. El viento era tan fuerte que arrancaba las casas. El hombre sabio, corrió hacia el refugio que había construido y cerró las puertas, mientras pasaba la tormenta. Se encontraba, en este lugar seguro que había construido, con calor y comodidad. Su amigo, al ver que su casa había sido arrasada por el viento, corrió hacia donde él a pedirle que le permitiera entrar en su refugio. El hombre sabio, sonriéndole con amabilidad y serenidad, le permitió entrar a su refugio. Al poco tiempo, la tormenta pasó y pudieron salir del refugio. El hombre se sentía muy avergonzado y triste, porque no había sido lo suficientemente prudente para construir su refugio, como su amigo sabio, le había invitado a hacerlo. Sin embargo, el hombre sabio, lo consoló y le dijo que no fuera tan duro consigo mismo, que ya había aprendido la lección y que ahora él le ayudaría a construir su refugio, por si acaso, volvía una tormenta.


ree

Este cuento muy sencillo, nos enseña una verdad muy importante. La vida, está en constante cambio, a veces, las cosas, van muy bien, nos sentimos muy alegres porque tenemos salud, nuestros seres queridos están sanos, tenemos trabajo y dinero. Sin embargo, la vida de repente, tiene un giro de 180 grados, nos enfermamos, porque es nuestra naturaleza enfermar, sufrimos la pérdida de un ser querido, porque es nuestra naturaleza morir. Todo aquello que nos hacía estar alegres, cambia y se va. La pérdida de un trabajo, la pérdida de posesiones, el divorcio, nuestros amigos, que amábamos mucho, se van a vivir a otro lado, etc. Cuando llegan todas estas cosas que nos hacen sentirnos inseguros, con miedo, con tristeza, no sabemos qué hacer. Nunca hemos construido un lugar de refugio, para cuando estas tormentas llegan a nuestra vida. Sin embargo, sí podemos empezar a hacerlo ahora.


La práctica de la meditación es una práctica, que nos permite crear un refugio, para estos momentos difíciles que la vida nos presenta. La práctica de ser conscientes de la respiración, nos puede ayudar, a mantenernos relajados y calmados, mientras la tormenta pasa, porque he de decirte, que tanto los momentos buenos y agradables pasan, también pasan los momentos malos y desagradables, es la ley de la impermanencia. La ley de la impermanencia dice que nada permanece para siempre, que todas las cosas, están en constante cambio.


Podemos desarrollar el hábito de regresar a ser conscientes de nuestra respiración. Estar en el presente. Cuando estamos totalmente en el presente y somos conscientes de eso, podemos experimentar paz y tranquilidad. Sin embargo, esto requiere de una práctica constante. No deberíamos esperar a practicar, cuando lleguen los momentos difíciles. A veces, en los momentos difíciles, nos será un poco difícil meditar y estar presentes. Es como si el agua nos ahogara, es por eso importante, hacer el hábito antes. Así, nuestro cerebro, se acostumbrará a regresar a su lugar de refugio, casi de manera automática.

Podemos tomarnos, unos minutos al día, para regresar al momento presente. El monje budista Thich Nhat Hanh, nos ofrece una práctica sencilla para regresar al momento presente y ser conscientes, esta práctica nos puede ayudar a construir nuestro refugio, para cuando nos toque una tormenta.


Respira profundo y exhala muy despacio. Respira profundo y exhala muy despacio. Respira profundo y exhala muy despacio. Luego deja que tu respiración tome su propio ritmo, sin tratar de controlarla, nuestro cuerpo, sabe respirar si confiamos en él. Ahora lleva tu atención a la respiración, puedes enfocarte en tu abdomen y observa cómo cuando inhalas, tu estómago se expande, y como cuando exhalas, tu estomago se contrae. Que tu atención esté enfocada en este proceso. Si te distraes, vuelve amablemente a observar cómo tu estómago, se expande y se contrae. Al Inhalar, date cuenta que estás inhalando y al exhalar, date cuenta que estás exhalando.


Con esta práctica tan sencilla, si la realizamos todos los días, estaremos construyendo nuestro lugar de refugio. Nuestro cerebro aprenderá, que cuando estamos ante una situación difícil, podemos regresar a observar nuestra respiración. Esto nos tranquilizará mientras dura la tormenta.

 
 
 

Comentarios


bottom of page