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IGNORANCIA


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El ego es la división ilusoria  de lo que somos y de lo que no somos. Aunque es una línea divisoria imaginaria, nos separa del todo. Se crean dos partes: el Yo (ego) y el no yo (el resto). Sin la existencia del ego -aunque sea ilusorio- no existirían las divisiones. Seríamos uno con el todo. El miedo, surge porque creemos que estamos separados del todo, nos sentimos amenazados frente al todo. Sentimos que lo otro, es decir, lo que no somos, es un peligro.


El miedo que surge debido a esta separación ilusoria, nos lleva a querer controlar lo que no somos, es decir, lo otro. El ego, quiere controlar porque cree que así podrá estar a salvo de los peligros del otro. Lo que no sabe, y esto debido a la ignorancia, es que no existe peligro real, puesto que no hay un “otro” que pueda hacer daño, ya que él y el todo, son una sola cosa.


La ignorancia consiste en no ser consciente de que esta separación entre el Yo y lo Otro, es una ilusión. Cuando a través de la observación profunda nos damos cuenta que estas líneas que nos separan del Todo, es una ilusión y que en realidad no es real, dejamos de tener miedo y dejamos de controlar, sabiendo que no hay algo (otro) que nos pueda hacer daño.


Las personas que hacen daño en el mundo, son ignorantes. Jesús lo sabía por eso dijo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, Sócrates también decía: “El malo lo es por ignorancia, y por tanto se cura de ello con sabiduría”. La ignorancia, consiste en la incapacidad de reconocer que todos somos una sola cosa y que el daño que le hago a otro, también me lo hago a mí mismo, porque el otro y yo somos una sola cosa.


La ignorancia es un velo que cubre nuestros ojos, el ego no nos permite ver con claridad que el otro y yo somos una sola cosa. Son ignorantes aquellos que dicen “Sálvese quien pueda”, o aquellos que ven únicamente por sus propios intereses, esa es la ilusión del ego, creer que nuestro bienestar es individual. 


La humanidad, sigue produciendo sufrimiento unos a otros, debido a la ignorancia. No saldremos del sufrimiento hasta que salgamos de la ignorancia. Para ello, se necesita ver con claridad, quitar el velo que cubre nuestros ojos y ver la realidad, que intersomos, que interdependemos que la separación entre el otro y yo, es ilusión y no la realidad. Que el otro y yo somos una sola cosa. Que si quiero el bienestar, necesito procurar el bienestar del otro, que soy yo. Que todo el mal que le hago al otro, me lo hago a mí. Porque el otro y yo somos una cosa.


Con amor,

Francisco.

 
 
 

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