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EXPEDIRE (Parte I)


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La palabra «impedir» proviene del latín impedire, que significa «hacer entrar en grilletes, trabar los pies» y está compuesta por el prefijo in, que expresa «sin» o «privación», y la palabra pedes o pedicae, que hace referencia a los grilletes que se ponen en los pies de los prisioneros. Si cambiamos el prefijo in por el prefijo ex, obtenemos la palabra expedire, que significa «desentorpecer, despachar, quitar lo que estorba para la marcha».


El ser humano está llamado a convertirse en lo que es, a vivir una vida auténtica. Heidegger lo describe como el «llamado de la consciencia». Este llamado es una ruptura con la inautenticidad. La inautenticidad sería conformarse al das Man, este «gran uno», que se refiere a una forma impersonal de vivir en la que las personas suelen actuar y pensar de manera conformista, siguiendo normas y valores sociales sin cuestionarlos. Este es un estado en el que los individuos se diluyen en la colectividad, perdiendo su autenticidad.


El «llamado de la consciencia» es un llamado silencioso. Solo el Dasein (el ser-en-el-mundo) puede oírlo y decidir si responder o no. Hay muchos que escuchan esta voz y quieren seguirla, pero hay algo que se los impide: tienen grilletes en los pies que estorban su marcha hacia donde la consciencia los llama. Necesitan ser expedidos, es decir, necesitan ser liberados de los grilletes que les impiden avanzar hacia donde la consciencia les guía.


Cuando el ser humano sigue el llamado de la consciencia, se convierte en un ser auténtico. Por el contrario, cuando no lo sigue, ya sea porque no quiere o porque algo se lo impide, se convierte en un ser inauténtico. Vivir una vida inauténtica es vivir una vida sin sentido. Muchos viven una vida inauténtica, conformándose a las normas y valores sociales. Hacen lo que todos hacen, dicen lo que todos dicen y piensan lo que todos piensan. Esto genera comodidad porque nos hace «sentir parte de ese gran uno», pero nunca nos convertimos en lo que estamos llamados a ser. Esa comodidad nos produce un sufrimiento interno: nuestra vida pierde sentido. Sufrimos porque no nos convertimos en lo que somos. No expresar nuestra mayor potencialidad es quizás el sufrimiento más grande que el ser humano puede soportar.


Este texto pretende ser la primera entrega de una serie de escritos breves que tienen la intención de expedire, es decir, de liberarnos de los grilletes que nos impiden llevar una vida más auténtica en las que iremos descubriendo qué son esos grilletes que nos imponen o no autoimponemos para no ser auténticos. Te espero en las próximas entregas. Un abrazo.

 
 
 

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