¿Por qué justificamos la violencia recibida?
- Juan Francisco Rodriguez Rodríguez
- 5 may 2022
- 2 Min. de lectura

¿Por qué muchas personas que sufrieron violencia en su niñez defienden a su agresor e incluso justifican diciendo que gracias a esa violencia, ahora son personas de "bien"?
Los seres humanos cuando estamos ante situaciones que consideramos amenazantes para nuestra vida, hacemos todo los necesario para salvar nuestra vida.
Existen tres maneras de reaccionar ante una situación de peligro:
-Lucha: Cuando consideramos que podemos ganar.
-Huida: Cuando sentimos que no ganaremos porque nuestro oponente es más fuerte, y todavía hay esperanza de escapar.
-Parálisis: Cuando no hay ni esperanza de ganar, ni esperanza de huir, entonces quedamos quietos.
Cuando somos niños, no somos fuertes (no más que nuestros padres) y muchas veces, no tenemos a donde ir (el único lugar que tenemos es la casa de nuestros padres). No podemos luchar, ni huir de nuestros padres, solamente nos queda paralizarnos. Entonces si sufrimos violencia cuando somos niños, la única estrategia de sobrevivencia que nos queda es paralizarnos.
Esta es una estrategia que heredamos de los reptiles, por ejemplo, un camaleón cuando está ante peligro, se queda paralizado y cambia el color para pasar desapercibido y esconderse.
Algo muy similar hacemos los seres humanos, cuando estamos ante un agresor con el que no podemos luchar o huir, entonces nos paralizamos y nos aliamos a él.
En psicología existe un mecanismo de defensa que se llama "identificación con el agresor" que consiste en que la victima, se convierte en lo que el agresor exige de ella, actuando como el agresor y empatizando con su abusador. Esto lo hace con el fin de salvar su vida. Sabe que si lucha, no ganará y si huye, lo alcanzará, entonces, mejor se une al agresor.
Podemos ver estos ejemplos, con las personas que hacen bullying, siempre están rodeados de personas más débiles que ellos, de igual manera en las cárceles, siempre hay uno más fuerte y los otros sus aliados, menos débiles.
Cuando hay una identificación con el agresor, se reprime el enojo y el deseo de huir, la persona, lo saca de su consciencia y solamente se queda con la simpatía con su agresor.
Por eso, es que muchas personas, de adultas que sufrieron violencia de parte de sus cuidadores, ahora agradecen esa violencia, el enojo posiblemente está reprimido, y se manifiesta a través de ataques de ira, adicciones, enfermedades estomacales, etc.
La violencia recibida en nuestra infancia, nunca es justificada, deja secuelas en nuestro cuerpo y en nuestra memoria que es necesaria procesarlas para liberarnos de ellas y no repetir los mismos patrones.
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