Una Cita Conmigo Mismo (El Silencio es Necesario)
- Juan Francisco Rodriguez Rodríguez
- 15 ago 2021
- 4 Min. de lectura
Imagínate ir a una reunión con una persona, pero el lugar al que vas es un lugar demasiado ruidoso. Tú te sientas a platicar con la persona, pero por más que elevas la voz, no te logra escuchar. De igual forma, esa persona, eleva la voz, y hasta grita para que logres escucharla, pero no logras escucharla. Lo más inteligente, sería salir de ese lugar bullicioso e ir a un lugar donde se puedan escuchar mutuamente.
El silencio es necesario para poder escuchar, no podemos escuchar si hay demasiado ruido. Imagínate, que estás hablando con esta persona, quien te está expresando sus necesidades, pero por el ruido no logras escucharla y tampoco conocer sus necesidades, y si no conoces sus necesidades no podrás brindarle lo que necesita para estar bien. No podrás brindarle el apoyo que necesita.
Esto mismo pasa con nosotros mismos: no nos escuchamos, y por lo tanto no sabemos que necesitamos, y como no sabemos que necesitamos, no nos brindamos lo que necesitamos, y es así que entramos en un desequilibrio físico, emocional, relacional o de cualquier tipo, porque no satisfacemos nuestras necesidades.
Me pasa muy frecuente con mis pacientes, a los que les pregunto ¿qué necesitan? Y la respuesta frecuente es “no sé”. Entonces les pregunto qué emociones o sentimientos sientes, su respuesta es la misma: “no sé”. Entonces les digo, entonces vamos a tus sensaciones corporales, siente tu cuerpo y les pregunto, qué sensaciones aparecen y su respuesta es muy frecuente: “no siento nada”.
La mayoría de personas, no identifican sus sensaciones corporales, ni sus emociones y sentimientos, y, por lo tanto, no saben qué es lo que necesitan para poder satisfacerlos. Necesitamos escuchar a nuestro cuerpo, identificar las sensaciones, para saber qué emociones y sentimientos se están produciendo, las emociones y sentimientos, nos indican que hay una necesidad que necesita ser satisfecha; cuando la satisfacemos, podemos regresar al equilibrio. Pero generalmente no las escuchamos porque hay demasiado ruido, demasiados distractores.
Creo que en nuestra época es, en la que más distractores existen. Los distractores, son el ruido que no nos permite escucharnos. La televisión, las redes sociales, los videojuegos, hay música por todos lados, un sinfín de información por medio de libros, blogs, imágenes, podcast, etc., que lo que hacen es distraernos. Es tanta la información del exterior, que nos satura y no podemos ir hacia adentro, a nuestro interior para escucharnos. Sabemos mucho de lo que pasa afuera, pero sabemos muy poco de lo que pasa en nuestro interior.
Muchas personas viven enteradas de lo que pasa en el mundo exterior, conocen sobre artistas, lo última de la moda, las nuevas canciones que están sonando, etc., pero no saben reconocer sus propias necesidades.
A veces por estar tanto en contacto con el mundo exterior y tan poco con nuestro mundo interior, llegamos a creer que nuestras necesidades son las necesidades del mundo exterior, es decir, confundimos nuestras necesidades propias con las de afuera.
Suele pasar que muchas personas, hacen lo que hacen, por agradar a los demás. Conocen muy bien lo que los demás quieren de ellos, pero conocen muy poco lo que ellos quieren realmente. En los jóvenes es muy frecuente, terminan perdiendo su identidad, por querer ser aceptados por los demás jóvenes de su edad. Pero esto no pasa solo con los jóvenes, también sucede con los adultos.
Conozco a una jovencita que comenzó a estudiar medicina, porque su padre era un médico y su abuelo también lo fue. Su padre quería que ella estudiara medicina, para continuar con la tradición familiar de médicos. Ella en realidad, no quería estudiar medicina, porque le encantaba las artes. Sin embargo, no se había tomado el tiempo de preguntarse, qué es lo que realmente quería ella. Cuando le hice la pregunta: ¿Y tú qué quieres?, se quedó en silencio y pudo descubrir lo que realmente quería. Estaba tan alienada de la información de afuera, que no se había tomado el tiempo de acallar esas voces, para escuchar su propia voz interior.

Todos tenemos una voz, que es como una brújula que nos dice, por dónde debemos de ir. Cuando escuchamos esta voz, podemos ser realmente felices. Cuando escuchamos esta voz interior y la seguimos, somos personas auténticas. Sin embargo, cuando no nos escuchamos a nosotros mismos, nos traicionamos y nos volvemos una copia de los demás.
Muchas personas no son auténticas, son copias de otras personas. Lo hacen por temor, a no ser aceptados. Ser auténticos, requiere valentía, seguir la propia voz interior. Yo digo que Dios no hace copias, pero muchas personas mueren como una copia, porque no escuchan la voz interior. Dios es un creador maravillo, hizo a cada ser humano distinto, ninguno es igual a otro, y cuando nacimos, traíamos un manual en nuestro interior. Cada manual es distinto porque cada persona es distinta. Mi manual, no funcionaría para ti, ni el tuyo, me funcionaría. Solo me funciona mi propio manual y a ti, tu propio manual.
Muchas personas quieren hacer casar a otros en sus propias experiencias, pero eso no funciona. A veces, se hace muchísimo daño, cuando queremos que los demás sean, como nosotros queremos que sean. Esto no quiere decir que no compartamos nuestra experiencia con los demás. Sí podemos hacerlo, pero es la otra persona la que conoce si le puede servir o no, nuestra experiencia. El secreto está en exponer, en lugar de imponer. Cuando nosotros exponemos, estamos, reconociendo que eso nos sirve a nosotros y quizás le puede servir a la otra persona, en cambio, cuando imponemos, estamos forzando a las personas a entrar a nuestra cajita.
En resumen, lo quiero decir es que, si queremos tener una cita con nosotros mismos, debemos aprender a estar en silencio. Solo así podremos escucharnos, para saber qué necesitamos en la vida y por dónde debemos ir. Donde hay demasiado ruido, es imposible escucharnos.
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